jueves, 15 de noviembre de 2012

Capítulo trigésimo primero: Némesis.


            Ha pasado casi un mes desde que Veronika escribió esto en su diario, pero solo ella podría arreglárselas de tal manera para que llegara a vosotros este día.
            Era bien entrada la noche, como de costumbre. Hacía tiempo que había dejado de oler el incienso de lavanda, pero repentinamente el olor a canela había aparecido. El gato negro se encontraba sentado en el reposo de la ventana mirando el oscuro manto de Morfeo. Solo escuchó su risa sin apenas abrir los ojos.
-          ¿De qué te quejarás esta noche?
-          Aunque no lo creas, solo vengo a ver esa sonrisa de idiota que tienes todo el día en la cara.
-          Oh… qué agradables palabras, viniendo de alguien como tú – rieron ambos. Ella se inclinó hasta llegar a su altura – Ahora dime, ¿qué piensas?
-          ¿La verdad? Nada.
-          ¿Nada?
-          Nada – Sonrió.
-          No creo que te hayas vuelto un cabeza hueca de la noche a la mañana – rió. Permanecieron un tiempo en silencio y más tarde sus miradas se cruzaron. – Sabes que me interesa tu opinión.
-          No, no te interesa – rió – Pero por si las moscas quieres saberla, te diré que no me opongo.
-          ¿Qué? – respondió extrañada. Él tan solo rió, se acercó a ella, y depositó un pequeño beso en su frente.
-          Sé que esta vez no fallarás.
-          Anda ¿y esa confianza tan repentina? – Rió.
-          No es que yo confíe en ti, además, debería darte igual lo que yo pensase. Simplemente… tienes ese extraño brillo en los ojos que dicen que esta vez saldrá bien.
-          Oh, qué bien – rió. Rieron.
-          ¿Cómo te diste cuenta?
-          Al principio no me di cuenta del todo. Simplemente me encontraba en… estado de asimilación.
-          Al principio.
-          Sí… lloré cuando dijo que me quería.
-          Qué absurda eres a veces.
-          Sé que me lo dijo de verdad. Y te aseguro que ese ha sido el momento más feliz de toda mi maldita vida.
             Como ya les dije, Veronika se las apañó para que esta publicación llegara a ustedes hoy. Ya que en estos momentos, estará gritando en un lugar que ni ella misma conoce.

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